Energía solar en el plato
Parte-hartze prozesua:
Nafarroa Suspertu 2020-2023 Plana
Eremu:
TRANSICION ENERGETICA
Testua:
El sol sale todos los días, es igual para todas las personas y su energía es gratis e inagotable.
Mi propuesta es la utilización directa de la energía solar en el procesado y conservación de alimentos, y todo ello de una manera extensiva a toda la población, evitando los intermediarios energéticos.
Las tecnologías a emplear son conocidas para pequeñas soluciones; el reto, al igual que la transición energética, es hacer que se produzca una utilización masiva y continuada. Aún estamos a tiempo de una transición ordenada y consensuada pero sin dormirnos en los laureles.
Dado el carácter distribuido de la energía solar, un primer paso político será la adaptación del espacio público para permitir que además de en los espacios privados, en los lugares adecuados de uso común se pueda captar esa energía y procesar alimentos, esto es, calentar, cocer, freir, hornear, preparar conservas, deshidratar... tanto para uso comunitario como personal y utilizando los ingenios más adecuados y de menor impacto ambiental y convivencial.
Según algunos estudios, únicamente un 1% de la población mundial tiene alguna referencia del procesado solar de alimentos. Algunas carencias son difíciles de solucionar, pero la formación de la ciudadanía es posible con un decidido y adecuado plan de formación y concienciación. No estamos faltos de centros formativos, ni de centros productivos ni de falta de recursos materiales. Planifiquemos su puesta en marcha.
La integración de la energía solar en la edificación quedaría huérfana si no plantease la adecuación de la construcción al procesado solar de alimentos, ya que sus inquilinos tienen la costumbre de comer y eso requiere una dosis de energía. Este apartado precisa mayor profundización y su concreción es compleja.
Sin lugar a dudas, este cambio tecnológico a gran escala requiere de un plan Renove en los hábitos de la alimentación. Sustituir, por ejemplo, un arcón congelador por un secador solar o un sistema de conservas solares, además de chocar con las inercias y comodidades , también tiene un coste económico y de mano de obra que hay que tener muy en cuenta y valorar adecuadamente. La propia experiencia foral en el ámbito de las energías renovables puede ser un buen ejemplo también en el apartado económico.
Poner el foco solar en el plato nos puede dar un nuevo enfoque cultural. Con la marabunta de la globalización, estamos perdiendo el norte de una adecuada alimentación para nuestras actividades habituales. El sector primario ha sido fuente de cultura ligada a la tierra y sus procesos, con un rico vocabulario y escuela de subsistencia y saberes complejos. Mucha de esa infravalorada cultura está desapareciendo, y con ella interesante información para satisfacer las necesidades cotidianas.
Las administraciones públicas cuentan con el personal y los medios para hacer posible que en las actividades que promueven se materialice y visualice la utilización directa de la energía solar en el procesado y conservación de alimentos. La ciudadanía, animada con el ejemplo, puede tener una mejor predisposición al cambio tecnológico y cultural.